9/22/2008

Diseccionando a El País. 21/09/08


-“Crisis financiera mundial - La intervención de Washington.

EE UU inyectará 485.000 millones para evitar el colapso financiero”. 21.09.08

-“Si el plan no se aprueba, que el cielo nos asista”. 21.09.08


“La Administración de Bush dio ayer el detalle de la que ya es la mayor intervención de un Gobierno en la economía, obligada por una espiral que a punto estuvo de llevarse el sistema por delante. "Se actuó para evitar el descalabro total", explicó ayer el presidente para justificar el cambio de estrategia de un Ejecutivo teóricamente poco dado a meter mano en los mercados”.

“Mucho dinero y amplios poderes para intervenir los mercados, con un mensaje claro y conciso a los representantes políticos con el fin de evitar equívocos a las puertas de las elecciones: "La alternativa es el desastre".

Los beneficios se privatizan pero las pérdidas se socializan. Ésta es la tesis que ya mencioné en “Diseccionando a El País. 10.08.08. Al rescate obligado de bancos y Wall Street”, y, justificar el intervencionismo del Estado sólo para “evitar el descalabro total” o porque “la alternativa es el desastre” sigue siendo la línea a seguir de los grandes medios de comunicación. El alarmismo suscitado es palpable en varios de los comentarios expresados por la élite especializada:

“Y el reconocimiento de que se trata de la mayor crisis desde la Gran Depresión y la mayor intervención pública jamás vista sobre los mercados”.

“Durante las reuniones con los líderes republicanos y demócratas, Paulson, (secretario del Tesoro) lanzó una seria advertencia que dejó helados a los representantes políticos: "Que Dios nos asista si el plan no sale adelante".

Los teóricos y prácticos del pensamiento neoliberal salvaje agachan la cabeza y reconocen que el intervencionismo es la solución. No es de extrañar, porque si lo que “papá Estado” va a hacer es inyectarte por vena tropecientos millones de dólares, uno acepta con resignación que sus teorías sobre desregulación de mercados tal vez no eran adecuadas del todo, y, enseguida, pone la mano con una media sonrisa. Para eso si es positivo el intervencionismo. Siempre habrá tiempo para que, más adelante, con los ánimos calmados y las cuentas saneadas, sea posible enarbolar con orgullo la bandera de la libertad y mancillarla liberalizando o robando libremente. En este sentido, recoger declaraciones integristas del otro lado es sano ejercicio para afianzar la idea expresada inicialmente (que la intervención es inaludible) y mientras más irreflexivas o intrépidas suenen, mejor:

“El intervencionismo de la Administración de Bush ha generado muchas críticas, algunas de ellas procedentes incluso de sus propias filas republicanas. "El libre mercado ha muerto en Estados Unidos", señaló en un duro comunicado el senador republicano Jim Bunning, quien aseguró que las medidas de intervención que ha bosquejado el Tesoro suponen "eliminar el libre mercado e instituir el socialismo en Estados Unidos".

Leídos algunos artículos sobre la crisis y tras dar una vuelta y media al asunto, creo haber llegado a una conclusión: otra vez nos toman el pelo. Si la intervención que el Estado lleva a cabo sobre la economía consiste en “salvar” entidades bancarias, aseguradoras y financieras de su propia insensatez con los impuestos de todos, que quieren que les diga, pero prefiero que no se intervenga. La respuesta a este argumento es clara: se pierden puestos de trabajo, nadie presta dinero y vamos al desastre total. Escudarse tras los trabajadores es ruin para una gran empresa que atraviesa una crisis o sencillamente gana 58.000 millones en lugar de los 80.000 del año anterior, y lo primero que hace es “optimizar recursos” o despedir trabajadores, que es lo mismo.

Quiero enlazar con lo que suele ocurrir en estos casos. A el mensaje de “vamos a ayudar a los bancos y demás” se une el de “la crisis, señores, hay que apretarse el cinturón. ¡Austeridad!”. Congelemos salarios, disminuyamos las coberturas sociales y la inversión pública. La traducción: la crisis, provocada por los “amos del mundo”, es el método ideal para recortar eso que se ha llamado “el estado del bienestar”, sin mencionar las nefastas consecuencias sobre países en desarrollo. Para colmo, esto puede ser una interpretación errónea de las causas de la crisis financiera, que puede empeorar por la escasez de demanda. ¿Dan la vuelta a la tortilla para salir bien parados de la recesión y cargar sus pérdidas sobre nosotros?



Lo veo claro tras leer las palabras de Vicentç Navarro en su artículo:

Medidas económicas y fiscales para resolver la crisis. La necesidad de recuperar el keynesianismo

publicado este mismo septiembre, sobre las causas de la crisis;

Puesto que no hay suficiente crecimiento de la demanda de productos, nos encontramos con que hay una crisis de producción, es decir, una crisis resultado de que no haya suficiente demanda para los productos producidos en las empresas productivas. Ello implica que los beneficios que existen en el mundo productivo (el mundo empresarial que produce bienes y servicios) son relativamente bajos lo que explica que la gente que tiene mucho dinero no invierte en empresas productivas sino en inversiones que no son productivas sino especulativas, que tienen una rentabilidad mayor. Invierten en terrenos, por ejemplo, para venderlos más tarde, cuando el precio de tales terrenos aumenta. Lo mismo ocurre en cuanto a inversiones especulativas (sean estas acciones en empresas.com o en vivienda, o en petróleo, o en alimento) que no intentan estimular la producción sino la acumulación de la propiedad para poder venderlas más tarde y a mayor precio. Se van creando así precios artificiales, llamadas burbujas, que van explotando una tras otra, creando crisis que se van acumulando hasta llegar a explotar, esta vez muy espectacularmente, al coincidir varias a la vez”.

Y las soluciones que propone el catedrático de Economía Aplicada y de Ciencias Políticas y Sociales en el citado artículo;

“La solución de la crisis: la expansión de la demanda

La solución ahora pasa, como durante la Depresión, en una re-regulación de los bancos (incluyendo la reducción de sus exuberantes beneficios: la banca ha sido la actividad empresarial con beneficios más altos en los últimos treinta años), y un incremento del gasto público, un incremento de los salarios (con aumento de productividad) y una reducción del precio del dinero, precisamente lo opuesto a lo que la banca está pidiendo. Es alarmante, por cierto, que todos los jefes de la Oficina Económica de Zapatero procedan de la banca y ahora el “grupo de sabios”, que tienen que hacer propuestas al Gobierno de cómo resolver la crisis, procedan en su mayoría de la banca y de las cajas. Esto es equivalente a pedirle al zorro que proteja las gallinas del corral”. (…) “De ahí que las medidas más eficaces sean políticas redistributivas que transfiera fondos de las clases adineradas (que ahorran más que consumen) a las clases populares (que consumen más que ahorran). De ahí que debieran revertirse las políticas fiscales regresivas que se han aprobado en los últimos quince años (que han contribuido al crecimiento de las desigualdades de renta en España), e incrementar la inversión pública y muy en especial en los servicios públicos a fin de crear empleo. Aquí me permito hacer otra aclaración. Hay varias maneras de aumentar el gasto público. La más rápida pero no necesariamente la más estimulante, es aumentar las transferencias públicas, dando cheques a la población. El otro es a través de inversiones públicas que en España se interpreta, en general, en inversiones en infraestructuras (AVE, transportes, etc.). Pero mucho más eficiente para estimular la economía es invertir en servicios públicos, y muy en especial en servicios públicos del estado del bienestar, como sanidad, servicios de dependencia, servicios sociales, escuelas de infancia, y otros, que utilizan muchos recursos humanos”.

No olvidemos que las soluciones que la banca pide son las que luego reproducen los medios de comunicación y ejecutan los gobiernos, pues sus asesores proceden de ésta. Nosotros, la “masa desconcertada”, debemos suscribirlas sin rechistar, que para eso son ellos los que saben, los que entienden lo que nos conviene a todos.

Lo extraño es que nuestro bienestar pase por que estos señores engorden sus cuentas en estos últimos años a costa de precios aumentados artificialmente para la viviendas y subida de hipotecas, del empleo de sus ganancias para especular y aumentar a su vez el precio de combustibles o alimentos, de bajadas de impuestos directos a las rentas más altas, etc. y ahora nos estalle la burbuja de su avaricia a todos. Nos roban, pierden el dinero robado en agujeros financieros y debemos pagarles para mantenerlos a flote. Muy bien pensado.

Pregunta a la masa adormecida; ¿No vale la pena manifestarse contra todo esto? Beligerancia, por favor.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

El País siempre ha sido procapitalista. Una cosa es que sea progresista (del peor izquierdismo, como diría Anguita) y otra que sea socialista o comunista. Ni mucho menos. Ellos en todo caso están por la socialdemocracia, que es el capitalismo camuflado de social para aliviar las tensiones y reivincidaciones sociales.

el quinto poder dijo...

De acuerdo, pero creo que no está de más concretar que lo defiende son posturas neoliberales, es decir, la versión globalizadora y más depredadora del capitalismo.